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¿Cómo estoy leyendo?

Empecé a leer como jugando. De pequeña, mi mamá solía leerme cuentos infantiles antes de dormir. En ocasiones, incluso, yo le leía a ella. Con el tiempo, esto se convirtió en un hábito. Fue de esta manera como me introduje en el universo de la lectura. Los años han pasado y, en este tiempo, he leído una amplia gama de textos. He disfrutado algunos, otros no tanto. Pero he sido capaz de rescatar lecciones valiosas de la mayoría de ellos.


Evidentemente, mis hábitos de lectura han cambiado con el pasar de los años. Algunos han cambiado positivamente. Por ejemplo, ahora me planteo preguntas constantemente mientras leo, asegurándome de haber entendido el mensaje del autor. Esto es muy útil pues me ayuda a identificar el tema y las ideas tanto principales como secundarias. Cuando el texto es complejo, suelo ordenar las ideas jerárquicamente. También procuro expresar lo que entiendo del texto con mis propias palabras ya sea oralmente o de forma escrita, en los márgenes de las páginas. Esto último facilita el repaso del texto.


Sin embargo, también tengo hábitos que practico de forma casi automática y perjudican mi desempeño como lectora. Uno de ellos es la postura que adopto al leer. Normalmente, no me preocupo por mantener una postura adecuada al leer, lo cual resulta en cansancio y pérdida de la atención. Además, a veces, cuando no logro entender algo, releo la línea, oración o párrafo que me causa dificultades a pesar de que ello conlleva un tiempo adicional y, ocasionalmente, puede afectar mi comprensión global del texto. Otro problema que se ha agudizado desde el inicio de mis estudios universitarios es la dificultad para concentrarme, puesto que, usualmente, me distraigo pensando en los trabajos pendientes y a las notificaciones de grupos de trabajo.


Al tomar consciencia acerca de los errores y aciertos que cometo, puedo adoptar medidas para reforzar aquellos favorables y modificar aquellos perjudiciales. Entre los hábitos que me he propuesto cambiar se encuentra la postura inadecuada por una que facilite la lectura, es decir, sentada con la espalda recta y procurando recibir una adecuada iluminación. Asimismo, para mejorar la concentración al leer sería beneficioso hacer una lista de las cosas que tengo pendientes, alejar los objetos que puedan causar distracción, proponerme metas de lectura e, inclusive, cambiar el ambiente en donde suelo leer por otro en el que hay menos elementos distractores. El objetivo fundamental de todas estas acciones es evitar interrupciones y mantener mi mente despejada y lista para captar información.


Ciertamente, la lectura es esencial debido su rol en el desarrollo del pensamiento crítico y es una práctica cotidiana para los estudiantes universitarios. Por ello confío en que, durante mis años de estudio, tendré la oportunidad de leer una gran variedad de textos, lo cual, mediante un proceso continuo de metacognición, me permitirá desarrollar estrategias que mejoren mi desempeño.


Andrea Venegas Quispe

Facultad de Medicina Humana


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1 Comment


Hola Andrea, me encanto leer una pequeña historia de cómo aprendiste este hábito de lectura, me sentí identificada con cada frase que manifestabas. Cabe recalcar que leer es una herramienta indispensable en nuestros estudios superiores, ya que si ahora no nos educamos así, más adelante seremos profesionales mediocres, que lamentablemente no se preocupan por investigar ni leer al mismo tiempo. Cada uno de nosotros debe reflexionar y adentrarse en el mundo de la lectura, ya que si cultivamos este hábito nos enriqueceremos de información y podremos opinar sobre un tema en especial sin dificultad. Ruth Estephanie Artica Apaclla ( Psicología- II ciclo - Universidad Autónoma del Perú)

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